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A mediados del año 2007 Google Inc. lanzó a la red un ambicioso proyecto que consistía en rastrear y capturar en imágenes de 360 grados las calles de 5 ciudades de los Estados Unidos: era el nacimiento de Google Street View una de sus aplicaciones estrella que integrada dentro de Google Maps en muy poco tiempo se convertiría en un referente a nivel mundial, al extenderse el servicio a más de 50 países en los cinco continentes, permitiendo al usuario teletransportarse a golpe de click a millones de localizaciones congeladas en los servidores del gigante californiano.
Como resultado del minucioso trabajo de miles de personas ociosas, no tardaron en aparecer entre las millones de escenas disponibles una asombrosa cantidad de imagenes curiosas de personas pilladas in fraganti, justo en el momento en el que el coche encargado del rastreo pasaba por el lugar, convirtiendo a la comunidad global en testigo de situaciones que aunque mundanas parecían hilarantes a los ojos del improvisado voyeur: relaciones sexuales en el arcén de una carretera perdida, gente resolviendo un inoportuno apretón entre dos coches, pervertidos en una ventana autosugestionándose, trapicheos, desmayados, accidentes… Pero fue en la calle Hardgate de la ciudad escocesa de Aberdeen dónde el destino quiso que quedara guardada para la posteridad la imagen más desconcertante de todas cuántas hasta el momento se hayan registrado: erguido, de espaldas a un muro, lo que parecía ser un humano con una cabeza equina desafiaba con la mirada a las cámaras de Street View, quién sabe si consciente de que ahí empezaba su leyenda o si bien sabiendo que su secreto pronto sería revelado al mundo…
Lo cierto es que el impacto fue tal, que depués de aparecer en casi todos los noticieros, el fenómeno se convirtió en viral, y cientos de adolescentes y adultos de todo el mundo, sintieron en su interior la necesidad de relinchar, y salir al trote en busca de una cámara que trolear, consiguiendo así un merecido lugar en la eternidad.
Si leyendo estas líneas has sentido correr por tus venas tu adn equino, o simplemente te ha parecido magistral la idea de desconcertar las fotos captadas en cualquier tipo de evento, estás a tan sólo 5,46€ (con envío incluído) de la inmortalidad. Que nadie detenga tu alegre galopar, ¡oh Hombre Caballo!
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